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lunes, 5 de marzo de 2012

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Hoy es de esos días que uno se levanta con su pie mu bien puesto y llega un central rompedor de la vieja escuela y le deja a uno (metáfora futbolística) el tobillo maltrecho (por no decir jodido). De esos días que llegas contento a trabajar y los cúmulos de situaciones que uno no controla (o debería controlar pero se le escapa porque baja la guardia) empiezan a minar la moral hasta que a uno se le quitan incluso las ganas de cenar (pocas situaciones de esta índole han vivido mi cuerpo campiñero). Eso si, un día (no sería muy bueno) me prometí a mi mismo que no iba a afectarme en gran medida lo que me pasara en mi bendito trabajo, aunque no puedo evitar que me ocurra una cosa que, no se si le pasará a muchos, pero a mí me ocurre constantemente. Mira que no he hecho nada malo, pero cuando el inspector viene al colegio (y eso que lo conozco) se me pone el “culillo-pollo” como cuando paso por el scanner del aeropuerto. Con la Guardia Civil me pasa lo mismo, que me ve por la calle el padre de una alumna, vestido de uniforme, me saluda con la mano y yo ya tengo el carnet de conducir y los papeles para enseñárselos. Pero vaya, volviendo al inspector. Que mañana viene. Y yo sin ir a la pelu…

1 comentario:

Encarni dijo...

Tranquilo maestro. Seguro que todo va bien.

Por cierto, rebienvenido. Ya se te echaba de menos.

Saludos.